Multiplicación y suma de discípulos II | Dr. Juan Carlos Melo

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La multiplicación de discípulos es un proceso más lento, pero transformador que busca calidad de discípulos, más que cantidad. La suma inicia con una gran cantidad de miembros, pero sistemáticamente se van reduciendo por faltad de calidad.

De manera inversa, la multiplicación de discípulos al estilo de Mateo 28 empieza con pocos discípulos, pero progresivamente aumentan de manera sostenida. Desde Génesis al Apocalipsis tenemos el mandamiento del  Señor de multiplicar primero la humanidad y luego multiplicar discípulos que son humanos regenerados a través del Señor Jesús y que encarnan el Reino de Dios en la tierra.

En todo el Nuevo Testamento encontramos la estrategia del Señor para formar nuevas comunidades de discípulos, que es a lo que llamamos plantación de iglesias. Desde que el Espíritu Santo fue derramado (Hechos 2), se puede ver la acción de una comunidad de discípulos que se relaciona de manera consistente, armónica y misional con los no creyentes a tal punto de que son ganados para Cristo por la  conexión a los principios que cada uno  vivía.

Según Hechos 2, la iglesia primitiva en Jerusalén tenía el favor del pueblo por el buen testimonio en la comunidad y por eso el Señor añadía los que tenían que ser salvos cada día.

La Multiplicación es un tema de contagio porque la relación que se forma produce un nivel de confianza que permite ganar espacios en la sociedad y para eso es importante que la iglesia que se está formando tenga un concepto básico de lo que es el triángulo  misional.

La iglesia debe tener una sensibilidad o misión social muy clara dentro de su concepto y estructura,  lo cual ayuda a la Multiplicación o de lo contrario se seguirá reciclando membrecía y pensando que la Obra del Señor está avanzando porque grandes templos se llenan durante los servicios, sin pensar que esas personas no están respondiendo al evangelismo intencional, sensibilidad social, etc, sino que son un producto de un mal momento de otra congregación, o congregaciones, que han producido una migración de membrecía hacía estas congregaciones que no se desarrollan, pero si engordan.

Mucha de la membrecía de las congregaciones en América Latina no es otra cosa que engordamiento. La pregunta clave es: ¿cuánto de su congregación es membrecía sin funcionabilidad? Desafortunadamente, y según la percepción actual, gran parte de los miembros de la iglesia no están conscientes de sus talentos, dones y de su responsabilidad para con su iglesia local, líderes, comunidad y mucho menos para con el Señor.

Es importante ayudar a que cada discípulo conozca que tiene un compromiso con la multiplicación y que sus dones y talentos deben enfocarse en ello. Esta responsabilidad no es sólo de los líderes y pastores sino de todos los santos que están llamados al ministerio.

Como conclusión se puede decir que la diferencia básica entre sumar membrecía y multiplicar discípulos es el tipo de relación que se busca que cada miembro de la iglesia tenga con el Señor, su congregación y su comunidad. Un discípulo contagiará con su estilo de vida a otros y se enfocará en parecerse cada día más al Señor Jesús por medio del desarrollo de hábitos espirituales, del servicio y del compromiso con la multiplicación.

Liderazgo y multiplicación de iglesias | Dr.Juan Carlos Melo

¿Cuál es la importancia del liderazgo en la multiplicación de iglesias?

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El liderazgo es vital para iniciar procesos de multiplicación de iglesias, de hecho diría que es la clave de la multiplicación. Si los responsables directos de la iglesia local, y también denominacional, no tienen un compromiso claro  con la plantación de iglesias el efecto inmediato será  la NO multiplicación; de allí que siempre  se sugiere que  todo proceso para crear movimientos de  plantación de iglesia empiece con la sensibilización y concienciación de los pastores de la iglesia local dentro de un contexto de la  denominación,  o de la ciudad, o de cualquier estructura macro.

Crear movimientos de plantación sin el compromiso de los pastores de la iglesia local es prácticamente imposible, pero si se puede crear programas de plantación ignorando los pastores de las iglesias, de hecho existen más de un programa de plantación de iglesias que no incluye ni involucra intencionalmente a los pastores excepto porque en algún momento dieron su autorización para que algunos de sus líderes de la congregación participen en algún proceso de plantar iglesias.

Es poco saludable que los plantadores que están cubiertos por su denominación o fraternidad se queden desconectados de quienes fueron sus disipuladores o mentores en la vida cristiana. El mentor natural de un plantador de iglesias es el pastor de su iglesia madre y esto no debe ser ignorado.

Cuando se  pasa por alto a los pastores de las iglesias locales para atraer líderes  de esas congregaciones sin el mentoreo de sus pastores, se produce un conflicto ministerial entre el pastor y ese plantador a tal punto que los pastores en muchas ocasiones han etiquetado a sus siervos, ahora plantadores, como traidores o divisionista y han hecho del proceso de la plantación de la nueva obra un proceso abortivo cuando lo natural y saludable es que la iglesia madre sea amorosa dentro del contexto adecuado para que una nueva obra surja de manera saludable, junto con el mentoreo de un ministro con más experiencia que ayude y guíe a aquel que está plantando la nueva obra; así que el involucramiento de los pastores es fundamental.

También el involucramiento y el compromiso de los líderes de fraternidades o denominaciones es prioritario, de hecho no existe mejor posición dentro de la estructura de la iglesia evangélica como la conocemos actualmente en América Latina que ser parte del liderazgo de una macro estructura o estructura denominacional que tiene  influencia y supervisión sobre un conjunto de iglesias en una región, ciudad, país o en el continente, ya que su posición de liderazgo les permite empoderar procesos de manera saludable que multipliquen iglesias conscientemente, sostenidamente y de una manera permanente dentro de su contexto de influencia.

Por ejemplo el líder regional de una denominación con influencia sobre 100 congregaciones y decide establece un proceso intencional de plantación de iglesias tiene un grado de influenza superior al que posee el pastor de una iglesia local,  y si este líder denominacional tiene mayor influencia, entonces mayor será la posibilidad de impacto tanto en volumen  de iglesias multiplicadas  como en el convertir a una IGLESIA EXISTENTE en IGLESIA MADRE que multiplica generaciones de nuevas obras tanto local como regional.

El liderazgo es la clave. No hay manera de empoderar procesos de plantación de iglesias desde afuera de éstas, de una manera que ignore a la iglesia o ignore a la pastoral de la iglesia, sin que esto tenga consecuencias  no saludables para el ADN de las nuevas congregaciones.

Debe existir paternidad en los procesos del nacimiento de nuevas obras así como  en los procesos del nacimiento de nuevos obreros, y ahí es clave la denominación, la pastoral y son clave las iglesias madres.

En la ruta | Dr. Juan Carlos Melo

¿Cuál será la ruta de la Iglesia para los próximos años?

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Se dice que las iglesias que pasan los tres primeros años la curva de crecimiento, después pasan a una curva de fatiga y pasan a ser un movimiento, una máquina, un monumento o un museo. Eso le pasa a las denominaciones, a las iglesias locales, al liderazgo y también a los procesos. Pero cuando un líder, cuando una denominación, cuando un país empieza a ver el pasado y piensa que éste era mejor que el futuro, está decaído.

Está mirando hacia abajo y empieza a hacer monumentos al pasado. El pasado de la Iglesia  no puede ser mejor que el futuro, si Cristo está en su futuro. Lo que hicieron los pioneros en Centroamérica y en América Latina es maravilloso y se les bendice en el nombre de Jesús; pero eso no puede ser mejor que lo que viene. Hay que honrar aquello, y celebrar lo que Cristo va a hacer.

Cuando se empieza a ver el pasado como mejor que el futuro, se está creando monumentos y la siguiente fase es ser un museo. Algo para ver y recordar, glorias pasadas nada más, sin vida. Eso no le puede pasar a la Iglesia del Señor. Hay esperanza en la Palabra del Señor cuando dijo: yo edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán en el avance de la Iglesia, pero la iglesia tiene que avanzar. Si la Iglesia no avanza, entonces ¿qué es lo que avanza? La Iglesia tiene que ir en avance y el avance se tiene que medir en números también.

Las iglesias que pasan los tres a cinco primeros años dejan de evangelizar con la misma fuerza. Se concentran más hacia dentro. La Iglesia debe crecer armónicamente hacia arriba en su devoción al Señor, en su amor al Señor hacia fuera y el amor al prójimo. Lo que es el amor a los necesitados y el amor hacia aquel que no es su hermano, que es el prójimo, y hacer lo que sea necesario para que sea su hermano. Un mandamiento nuevo os doy: “que os améis los unos a los otros”, pero ese mandamiento ya existía en la Ley, el amor al otro, al próximo, pero ¿qué era lo nuevo de esto?

Hay tres niveles de amor que la iglesia debe tener. El amor a Dios por sobre todas las cosas, el amor al prójimo, que no está separado del amor a Dios, porque si no ama al prójimo y dice amar a Dios es falso, por eso es que no tiene impacto en la sociedad, porque se han vuelto iglesias litúrgicas que dicen amar a Dios con cantos, pero salen y no aman al vecino y pierde efectividad. Y el amor a su comunidad.

Los evangélicos de los últimos tiempos han separado el amor de Dios del amor al prójimo. Eso es una herejía. No se puede separar el amor a Dios del amor al prójimo. Se tiene que amar al prójimo de la misma manera que se ama a Dios. Hay que amar a los niños, aunque no diezmen. Hay que amar a los jóvenes. Que no pase como en la generación de Josué donde cada uno hacía lo que bien le parecía porque no conocían a Dios, porque sus padres no les mostraron el camino.

Dios ama a Latinoamérica  y este es el tiempo del Señor y quienes pertenecen a una denominación, quienes son pastores en países y en ciudades, tienen que aprovechar y avanzar porque ahora hay un tiempo en el que de cada tres personas a las que se les comparte el evangelio, una le dice sí al Señor Jesucristo.

Eso es avivamiento, pero no se lo está aprovechando. Hay que ir afuera. Hay que ir a cosechar. Hay que orar por obreros para la gran cosecha. El Señor ni siquiera pide que oren por la mies sino más bien por obreros. Hay que multiplicar obreros. Los líderes tienen un poder en las manos, un poder espiritual. Dios no se mueve si no es con el liderazgo de su iglesia. Si el liderazgo de la iglesia cree, Dios obra. Si el liderazgo de la Iglesia no cree, Dios no obra y esa es la responsabilidad del liderazgo. Del Génesis al Apocalipsis hubo un Abraham, un Moisés, un Josué, un Jeremías que guiaban al pueblo.

Volver al principio

Hay que volver a las rodillas. Una iglesia que no ora es una iglesia en derrota. Hay que volver a estar bajo la influencia del Espíritu Santo, en santidad, porque los dones del Espíritu sin santidad no se saben qué son. Se necesita clamar al Señor. Clamar a Cristo y empoderar nuevos líderes. Empoderar la nueva generación. ¿Qué se va a dejar en esta tierra: bloques y ladrillos, con cementos y techos? El Señor no viene por eso. El Señor viene por gente redimida.

Si hubiera que plantar nuevas congregaciones, usando el ejemplo de Asambleas de Dios en El Salvador que tiene un promedio de 100 miembros, entonces habría que plantar cada año cincuenta iglesias de 100 discípulos cada una para tener un número de 5.000 nuevas iglesias y mantenerse en la curva de crecimiento. Eso no es imposible, pero eso sólo mantiene la curva para no decaer versus el crecimiento poblacional. Se necesita de ahí para arriba para crecer.

Suponiendo que se podrían tener iglesias de cincuenta personas. Esto significaría que serían 100 iglesias de cincuenta discípulos anualmente para mantenerse en la curva de la población. De ahí en adelante cualquier cosa es crecimiento. Pero dentro de estas cifras es primordial tomar en cuenta el número de bautismos, que es una cifra dura porque es crecimiento. Eso significa que hay un crecimiento por evangelismo y no por reciclaje de membresía. El reciclaje de membresía no hace crecer el Reino. Hace crecer una congregación, pero no el Reino. Es decir, si hay un crecimiento de mil o de cien miembros este año y sólo se bautizaron diez, entonces algo anda mal. Es importante que el crecimiento saludable en la iglesia establecida y en la plantación de iglesia sea medible a través de bautizos. Eso es real, el resto es conversable.

Plantación y desarrollo de iglesias

En panoramas de plantación y desarrollo de iglesias, no se puede dejar de hablar de la ética del Reino de Dios. Ésta implica muchas cosas, pero en plantación de iglesias hay algo que no se debe hacer y es pescar en otras peceras. Muchas veces debido a eso se impide plantar más iglesias. También es anti-ético y sería contradictorio porque el Señor no le ha dado el derecho de ser terrateniente, o espiritualmente hablando, dueño de esa iglesia.

Actualmente no  se plantan iglesias con un concepto de comunidad. La mayoría es insensible a la comunidad donde está porque son iglesias pobres. Las iglesias evangélicas en su mayoría, 99.9%, no son sembradas con un concepto misionológico.

El triángulo misionológico dice: Dios, Iglesia y comunidad; y si se tuviera ese enfoque desde el principio, entonces se entendería que cualquier cosa que rompe la relación con la comunidad no debe hacerse porque la existencia y la razón de ser de la Iglesia delante del Señor no es cantar, es ganar esa comunidad.

El triángulo misionológico es clave y esto se enseña dentro de los materiales que los plantadores reciben. De hecho el primer módulo es cien por ciento análisis de comunidad y se le da herramientas para que vaya y haga un análisis de comunidad y entreviste a los líderes. Aquí es importante saber que el 80% de los pastores no tiene una buena relación, o una relación sólida, con los presidentes de los barrios donde están sus congregaciones. Nunca se han tomado un cafecito. Es más no saben quiénes son y cuando saben es porque están peleados.

Hay que entender y ubicarse bíblica y teológicamente. La Iglesia no existe porque es bonita. La Iglesia existe porque existe un Dios de Misión. Dios está en misión y para eso existe la Iglesia, para cumplir la misión de Dios en la tierra. Hay que caminar y cumplirla. Si deja de hacer esa misión, entonces deja de tener esencia y se convierte en club religioso, de muy mal gusto por cierto.La Iglesia existe para la misión.

Más del 70% de membrecía de una iglesia no pertenece al barrio donde está la iglesia. Vienen de todo lado porque no les importa el barrio. Actualmente en muchas ciudades, debido a las normas ecológicas, están cerrando congregaciones. Las autoridades reciben quejas de las iglesias porque tienen el volumen demasiado alto. Le dan demasiado énfasis a las formas. Debería haber dos cosas bien claras sobre los cánticos en las iglesias, y no se refiere a la adoración porque en la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis es obedecer, no cantar. Algunos creen que la unción está en el volumen, por eso se ha vuelto tan poco efectiva.

La Iglesia existe para su comunidad. Analice su comunidad y mire como está en relación a la iglesia, y pida en esa pasión al Señor una visión y una misión para el proceso de esa comunidad porque antes de que usted llegue allí, Dios ya estuvo ahí.

Haga un análisis no sólo de cantidad sino de calidad, de cuánto impacto tiene en la sociedad al estilo de la iglesia primitiva, que tenía favor con el pueblo y se añadían los que debían ser salvos. El Señor va a añadir cada día a los que quiera a la Iglesia, cuando la Iglesia tenga favor con la comunidad. Hay que amar al prójimo. Mostrar a Cristo a la sociedad. Carácter, conducta e imagen del varón perfecto que es Cristo Jesús.